La reconciliación se nos presenta como una realidad difícil de aceptar en nuestro contexto sociocultural, y es así porque, entre otras cosas, ciertos elementos –como, por ejemplo, el arrepentimiento, la autocrítica, la culpa, el perdón o la verdad—, que están en la base de su comprensión teórica y su realización práctica, no forman parte de la corriente dominante de nuestro entorno.